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Tres de cada cuatro mujeres en el mundo son víctimas de violencia doméstica; en el 90% de los casos, el agresor es un hombre.

 



Obra Unos cuantos piquetitos, Frida




En Europa, la violencia física causa más muertes y discapacidad entre las mujeres de 15 a 44 años que las enfermedades, los conflictos bélicos o los accidentes de tránsito. En ese continente, más de 42 millones de féminas sufren agresiones.

La situación en América es preocupante. En esta región del mundo, una de cada cuatro mujeres es maltratada físicamente en su hogar, pero sólo entre el 5 y el 15% denuncian lo que les ocurre. Sólo un ejemplo: en Caracas cada 12 días un hombre asesina a su pareja.

En Uruguay se calcula que cada 7 dias una mujer es asesinada.

El 90 % de homicidios de mujeres ocurren en relaciones de pareja.

En Estados Unidos, casi 4 mil mujeres mueren cada año víctimas de la violencia doméstica.

Pero la violencia contra la mujer tiene otra cara, una que marca, que cercena, que amputa el centro del universo femenino. Es la ablación o mutilación del clítoris y los labios vaginales en la más tierna edad o en la adolescencia.

En la mayoría de los casos, la mutilación se realiza sin anestesia, con tijeras o sencillamente con un trozo de vidrio o una navaja de afeitar. Por lo menos 130 millones de mujeres de todo el mundo han sido son sometidas a mutilación genital.

Esto ocurre especialmente en los países musulmanes de África, Medio Oriente y el sur de Asia. En esas naciones están permitidos los llamados delitos de honor.

Bajo estas leyes una mujer puede morir a manos de su padre, esposo o hermanos.

Amina Lawal, una mujer nigeriana, fue condenada a morir a pedradas. Su delito: tener un hijo fuera del matrimonio.

Por esta y otras razones se dice que el enemigo de la sociedad se oculta en casa.






LA ULTIMA VEZ QUE SUPE DE ISMAEL (RELATO)

Todavía recuerdo a Ismael sentado al cordón de la vereda, aquel chico solitario que vivía con la abuela, el miraba irse la bañadera con ojos de ayer, nostálgico.

Yo pensaba que era porque la abuela no lo dejaba ir.

Mas adelante cuando por fin pudo hablar me contó su historia y porque vivía con la abuela.

Su mama se llamaba Ana y su padre Ernesto,

Ana nació en un hogar de clase humilde  en Montevideo, Uruguay.

Su infancia transcurrió como la de cualquier otra niña de su edad.

A los dieciséis años conoció a Ernesto, un buen muchacho, de buena familia, de clase media alta.

El era mayor que ella, Ana se deslumbro por aquel hermoso chico.

El noviazgo duro unos ochos meses, hasta que supieron la noticia….

Ana y Ernesto iban a ser padres.

La boda fue en la casa de ella, con pocos invitados, la  familia más cercana y algunos amigos íntimos.

Los padres de Ana no estaban muy orgullosos por la situación, en esa época como que no estaba bien visto ser padres solteros.

Ana al ser mama tempranamente y trabajar medio horario no tenia espacio para verse con sus amigas y ese vinculo se fue desvaneciendo, achicándose su vínculo a su hijo y Ernesto.

Luego de Ismael llego Camila, con poca diferencia entre ellos por lo tanto necesitaban mucha atención y cuidado.

De ahí en más Ana paso a ser únicamente ama de casa, mientras que Ernesto trabajaba en la fábrica.

La crisis económica golpeo a todos por igual, también en la fábrica donde trabajaba Ernesto cerrando sus puertas y despidiendo a los empleados.

Ernesto se dedico hacer una changa que otra y tomar alguna copita.

Una noche Ana discutió con el, dado que esos pesitos que hizo, en vez de traerlo a casa, aunque sea para la leche y un pan, lo gasto en bebida.

 

 

 

Ahí llego la primera golpiza, a la mañana siguiente, él le pidió perdón, que el stress, la situación, etc, etc, no pasara mas le dijo……. y ella le creyó.

A nuestra Ana también le pesaba,  dado que si ella no hubiera echo ese comentario…. ella piensa “fue mi culpa” me lo merezco, él todo el día en la calle y yo acá sin poder colaborar solo criando y educando a nuestros niños.

Ya con los niños un poco mas grande, si bien Ernesto consiguió ún trabajo estable y no daba como para vivir bien y mas si el  dejaba gran parte del sueldo en la bebida.

Ella decide salir a trabajar, los celos invaden a Ernesto, que porque demoras, porque te pintas los labios, a quien queres provocar y los insultos y las golpizas terminan destruyendo la poca autoestima de nuestra Ana.

Ahí decide dejar de trabajar para no “lastimar” la estima de Ernesto, él es el hombre de la casa, él quiere ser el sustento….. y el centro.

Ya hasta sus hijos le temen, cuando el llega de trabajar todo tiene que estar “ perfecto” y aún así no basta, siempre hay algo como para generar la golpiza, la comida tibia, la falta de sal, el calefón apagado, la baja nota de los chicos en el colegio, etc, etc.

Las risas de sus hijos al ver la TV,  su único escape,  se entre mezcla con los llantos de Ana al recibir esa noche la golpiza.

Y se pregunta:

¿Que es lo mejor para los chicos?

¿Porque cambio tanto?, donde esta aquél hombre que le bajaba la luna si ella se lo pedía y ahora….solo le baja la mano y la estima como mujer.

Se pregunta ¿como llego él a esto? Y como ella se  lo permitió.

Mientras se pregunta tantas preguntas sin repuestas,  su imagen espectral observa a sus hijos poner flores en forma de despedida sobre sú ataúd.

Claro esta última parte me la imagine yo, no me la contó Ismael.

 

Hasta cuando nuestros políticos jugaran a Poncio Pilato lavándose las manos con el jabón de la indiferencia, frente a tantas muertes sin sentido, hogares, madres, tantos huérfanos tanto futuro sin futuro, tantas mañanas sin ver la luz del día.

Cuando tú, cuando yo, tomaremos real conciencia lo que esta pasando.

 

La última vez que supe de Ismael fue al leer  “El Diario” mientras esperaba el bus, en la crónica roja mostraban una foto de él abatido, boca arriba, mirando al cielo, de seguro pensó que la mama lo esperaba allá arriba.

                                                                                                             Gustavo Garin

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